El autor demuestra que, desde la obesidad hasta las
hambrunas, son muchas las consecuencias graves de un sistema globalizado
en el que unas pocas pero enormes empresas han obtenido un poder casi
absoluto sobre el ciclo de la alimentación, desde las semillas (a menudo
transgénicas) hasta las tiendas de comestibles, pasando por los
maizales mexicanos o las inmensas zonas deforestadas de Brasil.
La
nefasta política del Banco Mundial y la OMC, el perverso invento del
supermercado, el acoso contra los agricultores por parte de los
agronegocios, la pérdida de sabor de los tomates y las manzanas, la
invasión de la comida rápida… Nada escapa a la inmensa erudición ni a
los testimonios directos que presenta una de las autoridades mundiales
sobre todos los aspectos de la alimentación.